INTELECTUALISMO DE IZQUIERDA
Aquel marxista judío que huyó de la Alemania nazi por razones evidentes y que no tuvo más opción que aterrizar en la Hollywood de los años cuarenta es el fiel reflejo de lo que alguien que tiene el capricho de analizar la realidad de forma incisiva NO DEBE SER JAMÁS, por lo menos en este complejo siglo XXI que atravesamos y q:
Como buen viejo topo de primera mitad del siglo XX, esperaba pacientemente en una trinchera con forma de pozo que las condiciones para la revolución proletaria aflorasen, y ahí poder aparecer ansioso en la superficie a sumarse al nuevo y soñado mundo. Fue mucha su desesperación cuando halló en su nuevo hogar (Hollywood) a la típica cultura de masas estadounidense asentando a fuego las bases del capitalismo liberal en las mentes de todo occidente. Efectivamente, día a día estaban tapando el techo de su trinchera para dejarlo tanto a él como a sus compañeros para siempre bajo tierra, con riesgo de ya no poder volver a ver la luz nunca más. Los sueños de una revolución emancipatoria se hundían más y más mientras la cultura de masas se desarrollaba y sofisticaba a una velocidad exponencial.
¿Qué haría usted si estuviese en la posición de Adorno, es decir, si viese en tiempo real que lo están enterrando bajo tierra estando aún vivo? Tiene tan solo dos opciones: Entender la lógica de por qué lo están enterrando, es decir, por qué es que no tiene la razón o reaccionar y decir (eso si, con palabras cultas y complejas de tanto haber leído filosofía) que los que están tapándolo son unos estúpidos con el cerebro atrofiado por lo mainstream.
Adorno tomó el segundo camino, e hizo monumentales esfuerzos junto con su ladero Max Horkheimer para explicar por qué las masas están equivocadas y son sistemáticamente idiotizadas por la cultura de masas. No importa a qué conclusión llegan, lo que importa verdaderamente es la operación que hacen, que se puede resumir en lo siguiente: Como las masas no hacen lo que nosotros queremos, las masas son idiotas y están equivocadas. Eso es lo único que queda atrás de todo un empapelado barroco y teórico, con una sofisticada redacción al estilo alemán y muchas alegorías. Pero el mensaje es uno solo y termina quedando bien claro.
¿Es acaso esto lo que hace un intelectual? ¿Decirnos que somos estúpidos por no seguir ciertos parámetros de calidad de pensamiento? ¿Quién coloca esos parámetros? ¿Acaso la gente de a pie es un árbol de Andry que debe ser domesticado?
Árbol de Andry. El árbol somos nosotros y el palo son los intelectuales.
Esta actitud se reprodujo sin cesar desde la segunda mitad del siglo XX. Un tipo de paradigma intelectual que es marcadamente de izquierda, siendo la izquierda la orientación filosófica que, tal como indicaba Marx "No quiere estudiar el mundo, sino transformarlo". "Izquierda" es la forma que aún conservamos de identificar este tipo de pensamientos político-filosóficos. Si hay un orden natural (la realidad, lo que ya está dado en el presente en el que se piensa) que no nos parece satisfactorio, un impulso de izquierda lo que va a hacer es querer "corregir" aquello que es indeseable. El intelectualismo de izquierda se rehúsa a trabajar con los insumos que la realidad le presta; se niega rotundamente a pensar teniendo en cuenta las cosas tal y como son, tal como están dadas. En cambio, puede darse la libertad de crear desde cero cualquier tipo de sistema cerrado que se adecúe a sus pretensiones.
HOMBRE ACTUAL Y DOCTRINA DEL HOMBRE NUEVO
Esta forma de construir no es innata del siglo XX, cabe aclarar. Es una herencia de larga data, pero que tiene su punto cúlmine hacia fines del siglo XVIII, con el auge de la ilustración. Todos aquellos que contribuyeron en la creación de todo el cuerpo teórico que derivó en la revolución francesa (1789) y su posterior terror jacobino (1792-1794) fueron intelectuales marcadamente de izquierda. El ejemplo más acabado de esta forma de concebir -manipular- la realidad es el sistema cerrado que crea Jean Jacques Rousseau a lo largo de sus obras. Rousseau consideraba que la realidad que él estaba habitando era indeseable por una gran cantidad de motivos que no tiene mucho sentido detallar acá (para más esclarecimiento, simplemente, tomarse el trabajo de leer la obra del autor). Entonces resolvió creando todo un sistema a gusto y piacere en el cuál la gente hace lo que él pretende que hagan, como si fuesen una especie de legos. Si uno lee a Rousseau, la solución a un estado de cosas lamentable es tan sencilla como crear todo un sistema desde cero y persuadir a la gente para que ejecute a rajatabla tal sistema. Sin ser ingenuo, se topa con el inconveniente de que las personas no son esa famosa tabula rasa y tienen tras de sí toda una joroba de cultura, tradiciones e instituciones que condicionan bastante la imposición de un orden radicalmente diferente. Rousseau resuelve fácilmente: la solución es la pedagogía. Se debe educar desde cero a los niños, desde su nacimiento hasta bien entrada la niñez. De esta forma vamos a poder crear "hombres nuevos" que se amolden al orden deseado. Toda esta concepción de la pedagogía se encuentra comprimida en su obra "Emilio".
La doctrina de crear un "hombre nuevo" que tiene su punto cúlmine en Rousseau no queda en el mero plano teórico, sino que, si es adoptada por actores que están dispuestos a plasmar en la realidad lo dicho en los libros puede terminar en grandes tragedias. El terror jacobino es el ejemplo más nítido de cómo terminan estas experiencias. Una vez en el poder, el grupo revolucionario busca establecer las bases para la nueva sociedad; se topa con un indeseable "hombre actual" que rehúye con todas sus fuerzas de las directrices que lo van a llevar hacia un nuevo orden. El hombre actual se aferra como puede a su orden natural, a aquel orden que le da estabilidad y que le permite darle sentido a su mundo. Los revolucionarios, al no encontrarse con personas maleables, con los legos que imaginaban, terminan tarde o temprano recurriendo a la violencia y a purgas sistemáticas con la esperanza de un día quedarse con los insumos útiles y de haber exterminado de una vez y para siempre a insumos incompatibles con un nuevo sistema.
El hombre nuevo es una mera construcción teórica que surge de adoptar una postura intelectual de izquierda. Si uno no quiere "estudiar el mundo, sino transformarlo", a la hora de transformarlo se va a topar con una maraña de actualidades reproducidas por hombres actuales. La única forma de que construcciones teóricas de este tipo no se derrumben es moldeando el hombre que necesitemos. Los actores que quieren plasmar el sistema o (en el peor de los casos) teoría del autor se van a topar con la mismísima realidad que les rechaza. Robbespierre, Lenin, Stalin, Mao y algunos otros más siguen esta línea de razonamiento, que se extiende entre los siglos XVIII y primera mitad del XX. Los resultados están escritos con sangre en los libros de historia.
Luego de la segunda guerra mundial ingresamos de forma definitiva a la etapa posmoderna del pensamiento, en la cuál se nos es imposible (por el momento) pensar en sistemas totalizantes que puedan por sí mismos darles sentido al estado de cosas. Las ciencias humanas se desgajan dramáticamente hasta quedar múltiples disciplinas esparcidas por todos lados, ninguna llegando a tener una relevancia suficiente para darle un marco teórico básico a una realidad que cada día es más distante a la de los pioneros de los siglos modernos (XVII, XVIII, XIX). La filosofía así deriva tristemente en sociología (sólo se puede estudiar a lo social, a lo totalmente humano) y en una nutrida tradición ensayística que trae varios problemas. Esta tendencia hizo que el intelectualismo de izquierda también adopte una tradición netamente crítica y ensayística, abandonando de forma casi definitiva el afán por transformar la realidad, no por falta de deseo, sino por no tener ya la posibilidad de crear sistemas cerrados desde cero. Adorno es, considero, el ejemplo definitorio de este intelectualismo de izquierda posmoderno: meros juicios críticos y analíticos que describen cierto aspecto de la sociedad, pero que no logran sumar algún tipo de conocimiento agregado.
¿Cuánto más? La esfera izquierda del pensamiento está en la actualidad totalmente impotente para resolver el gran problema del siglo XXI: ¿Cómo creamos herramientas intelectuales efectivas para analizar una realidad tan compleja y contingente que pareciera escaparse de nuestra milenaria cognición? La crítica parece quedarse corta, siendo una herramienta que sirve para llegar a un punto específico, pero que llegado a un punto no logra crear nuevos puntos.
Una postura intelectual más relacionada a la derecha se muestra más útil y no casualmente empieza a estar en auge desde la pandemia de 2020 (habría que considerar que el siglo XXI empezó en la década de los 20s). Ya no transformar la realidad, sino volver a estudiarla para crear herramientas. Entender que la realidad está compuesta de un orden "natural" que es la mera actualidad. Comprender que hay una realidad actual con hombres actuales, que tienen toda una forma de ejecutar que no puede ser extirpada, sino complementada en todo caso. Sintéticamente, entender que se llegó a un límite y que se retrocedieron muchos casilleros en lo que respecta al pensamiento. Simplemente, empezar de nuevo y retomar la curiosidad y la sorpresa que tan solo los niños tienen.
El viejo topo va a seguir enterrado en su madriguera subterránea mientras la serpiente se ríe de los desnudos que estamos, devorando todo a su paso sin resistencia alguna.
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